

Llegamos al campamento badgeli, ellos te saludan amablemente; lo primero que se hace en Camerún al llegar a una nueva zona, es saludar a sus habitantes, todos tenemos curiosidad mutua, ellos te miran y tu a ellos; en el caso de que sea una aldea con jefe, debes ir a saludarle, es una muestra de cortesía y una costumbre agradable, son hospitalarios, tranquilos, tienen una calma que generalmente, acostumbrados a nuestro mundo de caos, nos resulta desconocida. Esto te llama poderosamente la atención en África, cuando sales de sus ciudades, ciertamente caóticas aunque muy interesantes, los habitantes de las aldeas, de los pueblos por los que pasas, son gentes serenas, el tiempo se ralentiza, es una sensación maravillosa.




Además de la excursión de varias horas que realizas para llegar al poblado, también puedes darte una vuelta con ellos, te contarán cosas interesantes de los grandes árboles, utilizan cortezas para problemas respiratorios, para hemorragias, dolores de estómago y también te enseñan el árbol con el que remedian la impotencia. No es algo nuevo para nosotros el uso de plantas medicinales y culinarias, ni tampoco el uso de plantas en rituales tanto religiosos como profanos; pero el hecho de encontrarte en un lugar tan remoto, en una selva tropical, con unas gentes tan especiales, hacen de la experiencia un episodio inolvidable e intenso de tu viaje.

Hombre badgeli recolectando cortezas medicinales.
Vista del río en la excursión por la selva.
Fuente: Ruth Moreno
El pueblo africano, tanto rural como urbano, tiene unas fuertes convicciones religiosas, sean de la índole que sean, hay musulmanes, católicos cristianos, protestantes, animistas, eso se siente en su presencia, en cualquier conversación asoma el nombre de Dios, el Cielo, la Madre Selva, El Bosque, aún para un no creyente, la fortaleza que les confiere su fé te llena de respeto, incluso te das cuenta del abrigo que puede suponer en su medio, tantas veces cruel, el sentirte habitado, como ellos se sienten, por "Dios", llámesele como se quiera.
En África, en Camerún, todo es posible, y cualquier pequeño rincón se convierte en una fascinante aventura llena de sorpresas, colores, sonidos, tierras rojas, aguas azules, y cientos de luciérnagas norturnas que iluminan las noches tropicales, el calor, la lluvia, palabras que intercambias a la luz de un candil, un trago de vino de palma y el sabor de frutos desconocidos.
En África, en Camerún, todo es posible, y cualquier pequeño rincón se convierte en una fascinante aventura llena de sorpresas, colores, sonidos, tierras rojas, aguas azules, y cientos de luciérnagas norturnas que iluminan las noches tropicales, el calor, la lluvia, palabras que intercambias a la luz de un candil, un trago de vino de palma y el sabor de frutos desconocidos.


Espectacular zona de mangles.



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